Entrevistas
Gaitán: “Irene nos pide entrega al cien por ciento”
Hablamos con la capitana de sus comienzos en Bogotá, su trayectoria en el fútbol, y sus cuatro años de valencianista
Natalia Gaitán (Bogotá, Colombia, 1991) sintió la llamada del fútbol desde temprana edad. Sus primeros contactos con la pelota le llegaron cuando, siendo ella pequeña, acompañaba a su padre Guillermo y a su hermano Juan Pablo a los partidos de estos. La inscribieron sus padres para que probara en otros deportes, pero a ella le tiraba más el balompié.
Inició su carrera en el Internacional de Bogotá con 12 años, para pasar después a la selección Bogotá donde estuvo del 2005 hasta el 2009. Ese año se marcha a la Universidad de Toledo (Ohio, Estados Unidos), disputando 65 partidos con las Toledo Rockets. Se gradúa en el 2013 e inicia su carrera como profesional en el Prainsa Zaragoza. Después de una temporada juega otra en el Houston Aces y pasa al Club Deportivo Gol Star de Bogotá, último club de Natalia antes de enrolarse en el Valencia en septiembre de 2015. Generosa siempre en la entrega sobre el rectángulo, la “18” desde esta temporada luce el primer brazalete del equipo.
Natalia Gaitán atiende a Kōmori en la Ciudad Deportiva de Paterna, todavía con las ‘heridas de guerra’ del choque con Irene Guerrero en el último partido ante el Betis. La colombiana reflexiona largo y tendido de sus comienzos en su Bogotá natal, su trayectoria en el fútbol, y sus cuatro años de valencianista.
¿Cómo empezó a jugar?
Empecé muy pequeña, jugando con mi hermano y con mi papá. Iba con ellos a los partidos que ellos tenían, era como la mascota de los equipos. Ahí empezó ese amor por el fútbol. Hice muchos deportes, —estuve en clases de tenis, de natación, hice voleibol en el colegio—, pero el fútbol siempre me llamaba. Me fui con eso hasta que entré a un equipo de mi ciudad, de Bogotá. Empecé todo un recorrido en selecciones regionales, en selecciones Bogotá y en selecciones Colombia.
¿Recuerda su primera pelota? ¿Sus primeros guayos (botas)?
La primera pelota, no. La verdad, no me acuerdo. Los primeros guayos, sí. Eran unos Nike Total 90 azules.
Jugaba usted también de pequeña en una cancha cerca de donde vivía Libia, su abuela paterna. ¿Qué recuerdos guarda?
Son muy bonitos recuerdos. Vivíamos en la misma finca con mi abuela, una de mis tías con mis primos y nosotros. Estábamos en distintos pisos pero en la misma finca. Yo me la pasaba jugando con uno de mis primos que tiene mi misma edad. Le rompimos cuadros y espejos a mi abuela por doquier. Recuerdo mucho estar con ella, porque mis papás trabajaban. Me recogía del colegio y me quedaba las tardes con ella y con mis primos.
A los cinco años de edad le fue diagnosticada una leucemia, pasó por momentos muy duros. Lleva tatuada literalmente la palabra ‘superviviente’ en su piel. ¿De qué manera le marcó todo aquello? ¿Piensa que ayudó a forjar de alguna manera su carácter?
Totalmente, ayudó mucho. Siempre digo que la parte difícil la vivieron mis padres, mi familia. Yo era muy pequeña y, afortunadamente, no me acuerdo de muchas cosas. Me acuerdo de episodios o de cosas muy puntuales, pero sí estoy segura que eso ayudó a forjar un carácter fuerte, una disciplina. Tenía que llevarme las tareas al hospital, tenía que estar muy pendiente de los trabajos que se dejaban, de no perderme en las clases. Eso ayudó a que posteriormente con el fútbol pudiera compaginar las dos cosas.
Inicia su carrera en el Internacional de Bogotá con 12 años. ¿Es entonces cuando descubrió que quería ser futbolista?
Yo empecé cuando tenía 12 años. Había tres categorías en el equipo: infantil, juvenil y mayores, que llamamos nosotros. Empecé a ver que las jugadoras de esta categoría se iban a Estados Unidos a jugar becadas. Y yo dije: “será una buena opción para mí”, porque en esa época en Colombia no había fútbol profesional y si querías jugar era irte a otro país o dejar de jugar y empezar a estudiar en la universidad. Veo que hay un futuro con el fútbol, no lleno de opciones, pero sí con opciones que se podían llevar a cabo y a través del deporte se podían conseguir otras cosas como los estudios.
¿Cómo de importante era continuar con los estudios en paralelo a su carrera en el fútbol?
Mis padres siempre me apoyaron con el deporte, me llevaban a todas partes: a los entrenamientos, a los partidos, a los viajes… Pero siempre me dejaron claro que mi prioridad debería ser el estudio, que era muy importante, no solo porque no podía vivir del fútbol, sino porque la carrera de un deportista es corta y hay una vida ‘después de’. Yo me voy a Estados Unidos con esa idea de poder hacer las dos cosas. Me voy becada, mitad académica, mitad deportiva, y consigo mi título universitario en Administración de Empresas en la Universidad de Toledo. Estoy allá cuatro años y logro hacer muchas cosas que en otro país no hubiera podido.
Su tiempo como valencianista
Llega al Valencia en 2015. Debuta contra el Barça y en el segundo partido ya da muestra de que se lo deja todo en el campo. ¿Recuerda lo que le pasó?
Sí, claro que me acuerdo (se ríe) Creo que nunca lo podré olvidar. Era mi segundo partido, contra la Real. Jugamos aquí, en el Campo 2. Una jugada en la que no veo venir a Núria Mendoza. Me choco con ella de frente, tengo un accidente que se me vuelan varios dientes. Tengo que hacerme varias cosas en la boca para poder tener la dentadura como la tenía antes. Fue un proceso largo, fue un proceso de un año. Estuve dos-tres meses por fuera sin poder jugar. Era mi primera temporada y eso fue duro porque no conocía a nadie, llegaba nueva. Pero afortunadamente tuve la suerte de coincidir con personas que me ayudaron en todo el proceso, que estuvieron muy pendientes: el club, la directiva… Y eso ayudó a que fuera de cierta forma un poco más fácil.
¿Qué balance hace de estos cuatro años como valencianista? Ha vivido primero unas temporadas muy buenas, las dos últimas más complicadas.
Ha sido una experiencia muy positiva. He podido crecer, no sólo como jugadora, sino como persona. He podido encontrar una familia lejos de casa, una ciudad que te atrae, un club que es muy grande, con mucha historia, con muchos proyectos. Como tú lo dices, unas temporadas mejores que otras. La primera me pasa esto, la segunda es la mejor de la historia del equipo (terceras con 68 puntos), la tercera me lesiono del cruzado de mi rodilla derecha y el año pasado, por varias razones, no fue muy buena a nivel deportivo. Al final, todo son enseñanzas, es parte del crecimiento, son experiencias. Como deportista quisiera siempre ganar y que todo fuera positivo, pero es cierto que se aprende mucho más cuando las cosas no van tan bien. Es un balance muy positivo con muchas expectativas, con muchas ilusiones de lo que pueda ser esta temporada.
Asumió el primer brazalete del Valencia este verano, con su selección ya lo lleva desde hace años. ¿Una nace con cualidades de capitana o se hace?
Creo que es un poco de las dos. Se tiene que tener ciertas características para que tú puedas empezarlo a trabajar en tu vida, para que puedas empezar a ejercerlo ese don innato de liderar o de siempre estar pendiente, de ser un canal de comunicación entre todas las partes. Puede ser nato, pero tienes que trabajarlo. No puedes dejarlo a un lado y que surja solo. No creo que eso funcione así. Creo firmemente en el trabajo que se hace para conseguir las cosas.
¿Cómo ve al equipo en este inicio de temporada?
Muy bien. Estamos todavía en el proceso de adaptación, de coger los conceptos que nos está transmitiendo Irene. Hemos podido compaginar las jugadoras que han llegado nuevas, crear un ambiente muy positivo dentro del equipo, dentro del vestuario. Creo que se ha podido ver reflejado en estos primeros partidos. Estamos empezando y queda mucha Liga por delante, pero creo que es un camino muy bueno por el que estamos empezando a andar.
¿Qué les pide Irene Ferreras en el campo?
Sobre todo y sobre cualquier cosa, actitud y entrega al cien por ciento, por orgullo de llevar la camiseta del Valencia, el escudo del Valencia. Es un sentido de pertenencia que nos transmite ella desde el primer día y que hemos venido adquiriendo cada vez más.
¿Qué espera del rival del domingo, el CD Tacón?
Es un equipo que con las contrataciones que ha hecho este año ha reforzado sobre todo la parte de delante. Sabemos de las jugadoras que tiene a nivel internacional, pertenecen a las mejores selecciones. Eso hay que tenerlo en cuenta, pero sobre todo tenemos que seguir trabajando en lo que hacemos nosotras, en lo que queremos transmitir dentro del campo de juego.
Natalia, más personal
¿Cómo se ve a sí misma como jugadora?
¿Cómo me veo? Lo primero es entrega por la camiseta que tenga. Me gusta dejar una huella positiva por donde paso. Trato de entregarme al cien por ciento en cada partido, es algo ya natural, de garra, de no dar un balón por perdido. Si no te salen las cosas, igual lo que depende de ti y el control que tú puedas tener es la actitud que tengas durante los 90 minutos. Eso me ha llevado a conseguir grandes cosas.
¿Qué tipo de persona es fuera de la cancha?
(Sonríe) Creo que soy completamente distinta a lo que muestro en la cancha. Soy muy calmada, muy tranquila. En la cancha me transformo. Eso sí, la disciplina, la constancia, la responsabilidad también las tengo fuera.
¿Su mejor virtud?
(Se piensa la respuesta) Coraje.
¿Su principal defecto?
Que me gustan las cosas a mi manera.
¿Pasatiempos que prefiere fuera del fútbol?
Sobre todo ver películas y leer.
¿Es supersticiosa?
Para nada.
¿Religiosa?
Un poco.
Existe siempre el debate sobre la posición que deben ocupar los/as futbolistas en el ámbito político. Usted ha alzado la voz por el empoderamiento de la mujer, entre otras causas. ¿Piensa que más jugadoras deberían alzar su voz, expresarse políticamente?
Depende de cada uno. Desde mi posición aprovecho lo que he podido crear y generar en mi ámbito más cercano. Trato de que las futuras generaciones tengan mejores y mayores oportunidades de las que nosotras tuvimos. Al final estamos en una época en que la equidad de género se está dando por sí sola y yo quiero ser parte de ese cambio, no quiero ser una espectadora. Quiero aportar desde donde yo pueda y hasta donde yo pueda en ese aspecto tan fundamental en la sociedad.
¿Qué es lo que más le gusta de València?
La paella (se ríe). Como ciudad, la tranquilidad, la calidad de vida que se tiene. Es una ciudad muy bonita tiene de todo: playa, el centro histórico es precioso…La comida, obviamente. La paella me gusta bastante, el arroz me gusta mucho.
¿Qué extraña de Bogotá?
También puede ser la comida (se ríe) Hay una ironía ahí… Mi familia, mis amigos, la gente en general. Los jugos, las frutas, el sabor de mi tierra, la cocina de mi casa, de mis padres… Todo.
¿Qué le hace feliz a Natalia Gaitán?
Poder estar aquí todos los días, hacer lo que más me gusta, tener un trabajo que me gusta y poder alcanzar sueños. Creo que uno debe fijarse objetivos, metas a corto, a mediano, a largo plazo. Cuando las consigues, son pequeñas victorias que te vas dando en el día a día. Y eso me llena de felicidad.
¿Qué sueños le quedan por cumplir?
Me encantaría jugar Champions y ganar algo para el Valencia.
¿Qué habrá para usted cuando acabe en el fútbol?
Espero que muchas puertas abiertas. Trato de aprovechar estos instantes como jugadora para conocer, para estudiar. Al final seguir vinculada al deporte, quiero seguir trabajando por el desarrollo del fútbol femenino, sobre todo en mi país, pero también a nivel internacional. Espero lograrlo.