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50 años del gol de Merchina en Mestalla

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50 años del gol de Merchina en Mestalla

MERCHINA PERIS Y VCFMEDIA

50 años del gol de Merchina en Mestalla

La futbolista pionera revive la experiencia, y reflexiona sobre lo que era jugar en los 70 y de la génesis del fútbol femenino federado en València

Difícil hubiera sido que Merchina Peris (València, 1960) no hubiese probado lo balompédico. Nació prácticamente con la pelota bajo el brazo, creció rodeada de futbolistas. Su padre fue Vicente Peris, histórico gerente del Valencia CF. Toda una vida deportiva, treinta y tres años, entregada al servicio, la causa y a la defensa del club: desde que ingresara como botones en 1939 hasta su repentino fallecimiento en las dependencias de Mestalla en 1972. En su casa se respiraba fútbol por partida triple, pues también en su madre, Merche Arráez, había crecido fuerte esa afición.

En esos primeros setenta en que cada vez eran más las chicas que se empezaban a animar a jugar, Merchina, que apenas contaba unos 10 años, le tomó el gusto a eso de darle puntapiés al cuero. Y en esas se empeñó en pedir a su padre que en el Valencia se creara un equipo de niñas. No hubo éxito. Lo que sí tuvo lugar es que el club cedió su estadio para un partido de fútbol femenino. Y en aquel, Merchina sería la autora del primer gol de una mujer (una niña, en este caso) en Mestalla. Una efeméride de la que este martes se cumplen 50 años.

Recorte del periódico Levante, fechado el 12 de mayo de 1971, con una pequeña reseña del partido femenino.

Tres semanas y dos días antes del partido femenino, la tarde del 18 de abril, el Valencia había conquistado de forma merecida (también agónica) el campeonato liguero. El empate entre Atlético y Barcelona en el Calderón resolvió por carambola que los valencianos, aun perdiendo 1-0 ante el Espanyol en Sarriá, entonaran el alirón. El cuadro blanco aspirarían ya en julio a un doblete que le fue escamoteado por el desafortunado arbitraje del vizcaíno Sainz Elizondo en la final de Copa contra el Barça, según consignaron los cronistas de entonces y relatan quienes lo vivieron.

Como homenaje a la afición y a beneficio de los jugadores del campeón de la Liga, se organizó para la noche del martes 11 de mayo de 1971 un amistoso internacional contra el Partizán de Belgrado serbio, entonces yugoslavo. Partido a precios populares —entre veinticinco y doscientas cincuenta pesetas para el público en general—, el Luis Casanova, como se conocía por entonces el feudo valencianista, registró un lleno hasta la bandera y un ambiente festivo. Ganó el conjunto visitante, 0-1, con gol marcado por el interior izquierdo Vukotic.

Como preliminar a este fue cuando se disputó el encuentro femenino entre “una selección del Valencia C. F.” y el “Sporting Levante”. Las equipaciones de las primeras replicaban las que vestían los campeones ligueros: color blanco y escudo del murciélago. El envite amistoso quedó resuelto con el marcador de tres a cero. Merchina, ya se ha dicho, hizo el primero, y a éste le siguieron otros dos, anotados por Purín y Menchu.

Crónica del partido en MARCA (12-05-1971) y anuncio aparecido en Levante (08-05).

Medio siglo después de aquel encuentro, Merchina reflexiona en conversación con KŌMORI de la fascinante experiencia de marcar en Mestalla hace medio siglo, de lo que era jugar al balompié en los 70 y de la génesis del fútbol femenino valenciano años más tarde.

¿Cómo empezó a jugar, Merchina? ¿Cuáles son los primeros recuerdos con una pelota

Yo me crie entre balones y entre jugadores: los veía por casa, venían a comer… Viajaba con el equipo, tanto por los estadios españoles como por los europeos cuando se jugó la Copa de Europa, partidos internacionales… Siempre estaba pegada a una pelota. Cogía alguna muñeca, pero duraba un rato y en seguida cogía el balón. A partir de ahí, en las urbanizaciones, en verano, siempre organizaba partidos de equipos femeninos y si no mixtos, me daba igual. Había momentos que no reclutabas a muchas chicas y jugabas con chicos. Era muy gracioso, en el Perelló, los equipos siempre me pedían a mí y se me disputaban.

¿Qué tipo de jugadora era?

Yo jugaba de nueve. Era muy goleadora, marcaba muchos. Era bastante rápida, a veces me pitaban demasiados fueras de juego. Un poco como el Piojo cuando vino al Valencia. Al final lo fui puliendo.

¿A qué futbolista seguía más de pequeña, a quién admiraba?

Yo, como me criaba con ellos, eran mis ídolos, pero también tenía la suerte de que eran mis amigos, por decirlo de un modo. Cuando viajaba con ellos decían que era el talismán, la mascota. Los veía una mezcla de amistad y a la vez de superídolos. Tenía sus cromos, las fotos dedicadas de todos… Yo he querido ser Waldo, que lo trajo mi padre del Fluminense, un cazagoles tremendo. Sólo verle tirar las faltas… Lo decía Luis Aragonés: “La persona que mejor ha tirado las faltas ha sido Waldo”. De esa época, todos. ¿Quién no quería ser Claramunt? ¿O Forment, con los goles tan decisivos? Los defensas querían ser Sol. Y ya, con el tiempo, queríamos ser Kempes. Yo tenía 16 años cuando vino.

En el principio de los años 70 hubo un interés creciente de las niñas por el fútbol. ¿Cómo era ser jugadora en ese entonces?

Era muy difícil, pero ya en los 70 empieza a haber un poco de aperturismo. No es tan cerrado como en los años anteriores ni tampoco tan habitual como ahora. En el colegio, en los recreos, la gente jugaba al baloncesto, al balonmano… Yo, al final, hacía mi partidillo de chicas. ¡Y hasta un partido conseguí que el cura del colegio jugara en mi equipo!

¿Qué relación tenía su madre, Merche, con el fútbol?

Mi madre era una forofa. Empezó a salir con mi padre —tenían 17-18 años— cuando él ya está en el Valencia y entonces pasa a ser una hincha total y el principal apoyo de mi padre. También fue muy comprensiva cuando yo quería jugar. Muchas madres en esas épocas decían: “Haz otra cosa”. La mía me apoyaba. Veía que jugar era lo que yo quería y lo hacía bien.

Lo de jugar en Mestalla, ¿cómo surgió?

En los años 70, había una pequeña liga, que no estaba reconocida, y empecé a jugar en el Racing de Valencia (la ficharon el 31 de enero de 1971 en el descanso de un partido en el Antonio Román, ahora Ciutat de València). Entonces pregunté a mi padre y a Julio de Miguel que por qué no tenía el Valencia una sección femenina de fútbol. No entendía que hubiera secciones deportivas, ya no de atletismo, baloncesto, balonmano… tenía ping-pong, tenía halterofilia… Un montón. No había una sección femenina y yo siempre lo pedía. Julio de Miguel, cada vez que me veía, decía: “Ya está aquí la jugadora, a ver qué nos pide”. Al final, fue un detalle que nos pusieran de teloneras delante de un partido en unos años que nadie quería el fútbol femenino. Por lo menos dio visibilidad, fue una primera piedra.

¿Dónde se entrenaban?

El Valencia todavía no tenía Ciudad Deportiva y entrenaban en los terrenos pegados a la Grada de la Mar. La configuración urbanística no estaba como ahora. Había un terreno relativamente grande, como un cuadrado de césped, y ahí se preparaba la primera plantilla. Días antes del partido, nos dejaron entrenar ahí. De 8 a 9 nos entrenábamos en este terreno para ir luego a los colegios o a los trabajos. En alguna ocasión, Alfredo Di Stéfano se implicó y me dijo: “Te voy a dar algunas clases”. Me ponía el vasito pegado al poste para que le diera.

Las futbolistas de la selección del Valencia C. F, 11 de mayo de 1971. MERCHINA PERIS Y VCFMEDIA

¿Qué sintió esa noche al jugar en Mestalla?

Temblor de piernas, palpitaciones… Salí de suplente en la segunda parte, yo pensaba que ni jugaría. Era la más joven. Con cero a cero, me dicen que salgo en la segunda parte. Con ese campo lleno yo tenía un temblor de todo. Salgo y marco: un pase de la muerte, con la pierna mala, la izquierda, pegada al poste donde me ponía el vasito Di Stéfano. No sabía ni cómo celebrarlo. De repente, te ves todo eso ahí, lo que habías soñado toda la vida. Recuerdo tener muchas palpitaciones, mucha taquicardia. Veía a los jugadores y a mi padre saltando al césped: “¡Ha sido Merchina, ha sido Merchina!”. Muchos espectadores no sabrían que jugaba yo ahí y decían: “¿Qué le pasa a Peris, que ha salido con los brazos en alto saltando al césped?” Mi padre, imagínate, me abrazó, me dio besos… De todo. Era muy expresivo, muy pasional.

¿Siguió jugando después?

En el 84, jugué en el Distrito 10, uno de los mejores en fútbol sala. Era diferente: otro tipo de fútbol, ahí tienes que ser muy técnica, tenía otra edad… Coincidí con Amparo Mestre, que jugó conmigo, que era hija de Manolo Mestre. En esa época estaba también el Autocares Luz, masculino, en el que jugaba Kempes.

En el final de los 80 fue una figura capital en el desarrollo del fútbol femenino en València. Hábleme de esos orígenes. ¿Quiénes, cuándo y cómo lo hicieron posible?

Sobre finales de los 80, en el resto de España se estaba federando el fútbol femenino, había una selección federada… Aquí no. Había chicas que jugaban, ligas… Entonces la Federación Española hizo un España-Bulgaria en el Sant Gregori de Torrent, viene la presidenta nacional, María Teresa Andreu, y en las gradas coincide con Pepe Ibáñez, que ya era federativo. María Teresa le dice: “¿Qué pasa aquí en València?” Y Pepe le contestó: “Te capto. Dame tiempo”. A partir de ahí, Pepe se empeña y crea un equipo de “primeros entusiastas” que éramos Paco Polit padre, Berna Molina y yo. Empezamos a hacer un organigrama, a captar chicas, a poner anuncios en prensa, íbamos por el Río repartiendo flyers… Conseguimos hacer una primera liga con seis equipos. Poco a poco, fue creciendo de modo que hoy vemos con muchísimo orgullo que tanto el Levante como el Valencia surgieron de aquellas primeras ligas que creamos. El Levante era el San Vicente y el Valencia el Colegio Alemán, que no era de nuestra época pero se incorporó a esa liga unos años después.

Homenaje a Merchina en los prolegómenos del Valencia-Levante en la 2017/18. VCFFEM

Hasta el 2009 no hubo un Valencia CF Femenino. Tardó, pero al final llegó…

El Levante siempre se preocupó más por el fútbol femenino que el Valencia. Fíjate en la diferencia clasificatoria y de títulos. Desde el 2009, el Valencia y su Fundación sí que están haciendo un gran trabajo con los equipos femeninos. Aunque este año el primer equipo ha notado la ausencia de jugadoras importantes, sigue teniendo un buen conjunto para quedar entre los ocho primeros.

El fútbol femenino está en la antesala de ser profesional. La Liga Ellas lo será, en principio, la próxima temporada. ¿Cómo lo contempla?

Lo del Convenio Colectivo fue un hito histórico. Se dota a las chicas de dignidad y de protección: por lesiones, por maternidad, se consigue un sueldo mínimo… Como dijo una jugadora, “somos futbolistas todo el día, no a tiempo parcial”. Hacía muchísima falta. La Liga Ellas va a tener su propia fundación, que va a ir fenomenal para proteger y velar por el fútbol femenino. Tenemos que estar muy contentos.

Nacido en València en 1990. Periodista y comunicador. Editor de Kōmori.

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