Entrevistas
Irene Ferreras: “En el fútbol nos gusta machacar al que pierde”
La preparadora del Valencia habla, entre otras cosas, de la primera vuelta del equipo, de la presión, el fracaso, la duda y el factor emotivo en la jugadora.
Irene Ferreras (Fuenlabrada, Madrid, 1989) siempre ha sido fútbol. Como futbolista en clubes se inició con 14 años en el Rayo Vallecano, donde oficiaba como zaguera al principio. “Un día en el Cerro del Telégrafo”, recordaba Irene en 2015, “el entrenador preguntó quién se ponía de portera porque no teníamos en ese momento. Yo levanté la mano y sin duda cambió el rumbo de todo lo que vino después”. En el equipo de la franja roja estaría por un tiempo de nueve años. Marchó luego al Pozuelo de Alarcón, y dos después la ficha el Atlético para el filial. Por desgracia, las lesiones precipitaron su retirada y colgó los guantes en junio de 2015 con 25 años. Irene dejó la práctica del fútbol, pero no el fútbol. Como entrenadora pasó por el Olímpico de Moratalaz, la Solana y el Rayo ‘B’ antes de dar el salto al primer equipo de las vallecanas. Desde el verano de 2019, prepara al Valencia CF Femenino, donde acaba de completar la primera vuelta de la competición liguera. Jugadas ya 14 jornadas, la situación del equipo en la tabla no es cómoda, pero el mensaje que lanzan Irene y sus jugadoras es uno: confianza en el proceso de trabajo y en la fuerza del vestuario.
¿Cuáles son tus primeros recuerdos del fútbol?
Jugando en el parque, en el barrio, de pequeña con los amigos. Luego los primeros equipos en los que jugué fueron clubs de barrio de allí de Fuenlabrada. Mi primera experiencia ya en un equipo femenino fue en el Rayo. Estuve nueve temporadas, salí de allí y volví. Es donde me he formado como jugadora, como persona y donde he tenido los mejores recuerdos como futbolista.
¿Te fijabas en algún jugador?
Te puedo decir Zidane, en aquel momento, Figo… Yo acabé siendo portera, pero mis primeros inicios fueron como jugadora, me fijaba en muchos. Luego, pues Buffon, Iker Casillas… Diego Godín también, por su liderazgo, ese tipo de jugadores me llama mucho la atención. Nunca he sido de idolatrar a uno en concreto, he admirado capacidades y cualidades de muchos.
Las lesiones forzaron tu retirada con 25 años. Abandonas la práctica del fútbol como jugadora y pasas a los banquillos. ¿Siempre tuviste ese interés en entrenar?
Sí. De hecho, los últimos dos años que jugué estaba ya más con la idea en la cabeza de qué iba a hacer después, hacia dónde iban a ir los siguientes pasos. Yo ya llevaba entrenando desde los 18 años en el fútbol base, aprendiendo, sacándome los cursos, compatibilizando ambas cosas. En los dos últimos años de jugar sabía que se me estaba acabando esa parte y tenía que poner el foco en algo un poquito más serio. Por suerte tuve la oportunidad de entrenar a un equipo de la Segunda división femenina por aquel entonces, que para mí fue un paso importante.
La experiencia en tu primer banquillo, el del Olímpico de Moratalaz, no fue buena (con el equipo en mitad de tabla les echaron después de cuatro derrotas). ¿Qué te quedas de aquello?
Fue el año que más aprendí. Sobre todo el soportar que en esta profesión trabajar bien no significa tener buenos resultados. Siempre se aprende más de las experiencias duras que de lo fácil. Para mí fue duro. Yo acababa de empezar como quien dice y pensaba que sabía muchas cosas cuando realmente no sabía nada. Llevarte esa experiencia de buenas a primeras, donde pasas de la noche a la mañana de valer a no valer, creo que fue el aprendizaje más importante que me llevé. Gracias a eso, los siguientes años siempre he ido con más prudencia, sabiendo que en el fútbol todo cambia en dos partidos.
¿Cómo es Irene Ferreras en el vestuario?
Soy una persona exigente, tengo mucho carácter, imprimo pasión en lo que hago y, quizás en ese sentido, exprimo mucho a las jugadoras. Pero, aparte, creo que también lo complemento con una forma de ser muy cercana a ellas. Siempre parece que el entrenador tiene que ser la autoridad y yo creo que lo importante es ganarte el respeto sin generar esa sensación de miedo. Creo que las jugadoras me respetan, saben cuándo tienen que hacer una broma, saben cuándo no. A nivel profesional me exijo y quiero sacar lo mejor de todo el mundo, la primera de mí misma, pero luego creo que el trato humano es fundamental. Si se genera un buen clima, en el que la jugadora esté tranquila, y pueda decirte lo que piensa, siempre desde el respeto, todos estamos más cómodos y las cosas salen mejor.
¿Consideras que te favorece el haber sido jugadora para entender la emoción de sus futbolistas, para hacer llegar mejor tu idea?
No creo que sea indispensable. Probablemente existan entrenadores o entrenadoras que valgan para ello y tengan cualidades para dedicarse a esta profesión sin haber tenido ese tipo de experiencias. A mí me ayuda muchísimo, a saber entender mejor a la jugadora, a gestionar mejor las situaciones que se dan en una temporada, el vestuario por dentro. También sentir el descaro o tener la tranquilidad de decirle a una jugadora lo que pienso sin pelos en la lengua. Cuando has jugado antes sabes que hay cosas que es necesario decir a tiempo. Intento extrapolar muchas de las cosas que viví como jugadora a mi gestión hoy en día como entrenadora.
¿Hasta qué punto es importante para ti contar con una Gaitán, una Gio, una Carro, líderes en el equipo? En un vestuario, además, con jugadoras muy jóvenes.
Gran parte de la vida de un equipo viene determinada por la calidad de sus líderes. Soy una persona que se apoya mucho en estas jugadoras. Considero que la conducción de este proyecto es una responsabilidad compartida, y al final delegas mucho más en este tipo de futbolistas. Tengo líderes de diferentes tipos, con personalidades muy distintas y creo que eso es muy bueno. Como dices, es un vestuario joven, algunas jugadoras tienen poca experiencia y es determinante también para su formación aprender de esas jugadoras que representan ese ejemplo de lo que tienen y lo que no tienen que hacer. En ese sentido me siento muy ayudada por ellas.
A partir del orden colectivo en el campo, en el rectángulo, ¿te gusta dar cierta iniciativa a la jugadora para que se salga del libreto?
Al final, en el fútbol, nosotros como entrenadores intentamos generar patrones a nivel colectivo que nos ayuden a tener un orden. Pero creo que el fútbol tiene que ser desorden. Es muy complicado generar situaciones de ventaja si la jugadora no tiene esa iniciativa, si en un momento dado no ofrece una respuesta diferente a lo que todo el mundo piensa. Es algo tremendamente complicado de entrenar. Es verdad que los entrenadores buscamos ser mucho más cuadriculados y tener todo más o menos en un orden establecido. Pero creo que es importante permitir esos escenarios para que las jugadoras, sobre todo las que son más creativas, se puedan desarrollar en el campo y puedan ser lo que realmente son, sin miedo. Encontrar ese equilibrio es complicado.
¿Qué valor le concedes a cuestiones como la actitud, el deseo, la emotividad..? La organización táctica y la estrategia frente al factor emotivo. ¿Le das más importancia a uno que a otro, los igualas..?
Intentamos tocar todos los ámbitos. Considero que somos un cuerpo técnico profundamente metódico en el entrenamiento de todo lo que tiene que ver con lo técnico-táctico y lo físico. Soy consciente de que en el fútbol la cabeza es gran parte, lo emocional es fundamental. Una idea buena no te sirve si no crees en ella. Esa creencia se genera emocionando, que la jugadora se vincule y sienta que ese equipo forma parte de su identidad. Para mí es una de las cosas que, si no consigues llegar a ello, todo se complica.
¿Qué balance haces de tus primeros meses en el Valencia y de la primera mitad de la temporada?
A nivel de crecimiento personal, muy bueno. Me encuentro en un sitio donde me siento a gusto, feliz, donde estoy aprendiendo muchísimo, donde tengo recursos para trabajar y sentirme profesional. A nivel de equipo, todo lo que tiene que ver con el trabajo diario, está siendo muy bueno. Tenemos una rutina de trabajo donde las jugadoras están creciendo, están aprendiendo y, colectivamente, vamos asentando muchas cosas. A nivel de resultados y de rendimiento, que es lo que la gente valora, tenemos que mejorar mucho. Entre unas cosas y otras, estamos en una situación en la clasificación que no nos gusta. Nos gustaría estar mucho más arriba. Nosotros que vivimos el día a día y sabemos cómo está el equipo, en qué estamos mejorando y cómo estamos mejorando como colectivo. No siento que lo que estamos haciendo no sirva, sino todo lo contrario. Tenemos que tener la tranquilidad de que las cosas van a terminar saliendo.
¿Cómo se explica —si se puede explicar— que el equipo haya conseguido tan pocos puntos (5 de los últimos 27) después del buen arranque?
Cuando haces méritos para ganar un partido y no lo ganas, tienes que ser muy maduro a nivel emocional para que no te pese. El equipo siempre digo que está creciendo a base de palos. Tenemos que ser capaces de dejar atrás el partido anterior para aprender de los errores y llegar con la confianza suficiente de sacar el siguiente. Es más una cuestión de dinámica, ni siquiera de juego. Haciendo una valoración de todos los enfrentamientos, quitando a lo mejor el del Barça, hemos estado con posibilidad de sacar puntos. Se suele hablar de ‘dar en la tecla’. No creo que sea eso. Es hacer muchas cosas bien y seguir mejorando en las que nos cuesta más. De repente llega un buen resultado, el equipo gana en confianza y lo que antes iba fuera ahora va dentro.
Pese a la mala dinámica el mensaje que llega de jugadoras y cuerpo técnico es de confianza en el trabajo que se viene haciendo. ¿Te preocupa que llegue la duda al vestuario si no se empieza a ganar partidos?
Es el ‘quid’ de la cuestión de los entrenadores. Tú llegas con una idea y la intentas implementar. Si los resultados van bien es más fácil generar esa creencia. Si van mal, se suele dudar. Lo positivo es que, pese a no estar teniendo esos resultados, todo el mundo tiene una creencia absoluta en lo que se está haciendo. Digo siempre que, si mis jugadoras salen cada jornada y me demuestran que están convencidas de lo que se hace, yo estaré satisfecha hasta que el club lo decida. En el momento en que sienta que la jugadora no va conmigo, entonces no hay nada que hacer. A día de hoy siento que se cree, lo están intentando, nos estamos pegando con uñas y dientes contra todas las circunstancias. Me siento afortunada, porque me están haciendo sentir fuerte. Nos gusta creer en el proceso, pero el equipo tiene que empezar a sacar mejores resultados.
Has sido muy crítica con los arbitrajes que ha sufrido el equipo en algunos partidos y también con el nivel general en la competición ¿Por dónde crees que puede pasar esa mejora arbitral?
Hay buenas árbitras en Primera Iberdrola. Hay un grupo de cinco o seis árbitras muy buenas. A lo mejor pasa por no tener que acotar el arbitraje a las mujeres y no mirar el género. Igual que no me gusta que miren mi género para valorar mi trabajo. Quizás donde noto más dudas de reglamento es en las linieres. La árbitra se tiene que dejar llevar por lo que le dice su compañera que está en una mejor posición. No quiero hablar de todas, pero es donde creo que no se está llegando a acertar, no solo para el Valencia, sino en la competición.
Los entrenadores viven esa prisa por la obtención de los resultados inmediatos que se antepone muchas veces a los procesos, los proyectos. ¿Estás sintiendo esa presión?
Cuando vine al Valencia sabía la responsabilidad que conllevaba y las expectativas que tiene la gente. Soy una entrenadora joven y tengo que aprender a gestionar cada día mejor esa presión, para mí también es un proceso. No te voy a engañar, hay días que me cuestan más que otros. Tanto en el fútbol como en la vida, se trata de estar satisfecho con uno mismo. Estamos haciendo lo que está en nuestra mano. Nos equivocamos y cometemos errores, como todos. Pero lo estamos haciendo con la mayor dedicación y el mayor cariño posible. Como te dije antes, aprendí en aquella experiencia en el Olímpico que a veces la causa-efecto no existe y hay factores que no controlas. Si no se te va el partido del Rayo, igual estamos hablando de otra cosa. Noto que en la sociedad se tacha muy rápido de ‘fracaso’. ¿Para mí fracasar es venir al Valencia e intentar hacerlo lo mejor posible aunque no salga bien? Para mí, no. Parece que en el deporte, en el fútbol, nos gusta machacar al que pierde. Si tú ves los partidos, no considero que el equipo esté desastroso ni mucho menos, estamos mejorando en muchas cosas. ¿Dentro de ese proceso no hay más paciencia? No está en mi mano. Yo tengo que trabajar día a día como si la hubiera y agarrar cada semana como una oportunidad. Tengo que disfrutar de que hoy estoy entrenando al Valencia, de que estoy intentando aportar mi granito de arena a un grupo de jugadoras que me lo dan todo y que personalmente me hacen muy feliz.
Vives con gran intensidad los partidos, siempre muy pasional, sin contenerte. Después de los partidos, o entre semana, ¿puedes desconectar del fútbol?
Durante la temporada es imposible. Terminas un partido y entre que gestionas el resultado, la actuación del equipo, qué cosas puedes mejorar, las que hay que seguir reforzando… es muy difícil. Termina uno y estás pensando en el siguiente. Hasta que no llega el final de temporada es muy complicado. Esto es una forma de vida. Tú no llegas a casa y te olvidas. Le sigues dando vueltas: a quién pongo, a quién quito, cómo jugamos, cómo se siente fulanita o menganita… Desconectar, imposible.
¿Se va a fichar una portera?
Es la intención. Estamos valorando opciones. Si no nos convence nada, probablemente no demos ningún paso. Si hay algo que nos convence, sería positivo para aumentar la competitividad en ese puesto. De momento, estamos muy contentos con la actuación de María Pi. Nos está sorprendiendo a todos, pues no es fácil cuando no estás teniendo minutos asumir esa responsabilidad de la noche a la mañana. Está consiguiendo que el equipo esté tranquilo, que no se le note esa falta de experiencia. Está trabajando muy bien en el día a día para mantener el puesto. Enith está en el último proceso de recuperación… Si hay algo que sea interesante, bien, si no, tenemos dos porteras de garantías.
¿En qué momento conociste que Vreugdenhil se quería marchar?
Justo en el periodo vacacional de Navidades. Al final por ambas partes creemos que es lo mejor, para ella y para nosotros. Respetamos que dentro de la vida de cada uno podamos elegir lo que nos hace felices y estar donde nos apetezca estar.
¿Qué partido esperas el domingo ante la Real? Visita complicada a Zubieta…
Espero que el equipo sea capaz de dar un paso adelante, que podamos afrontar un partido de tú a tú y que suframos lo menos posible en ese juego tan vertical que tienen ellas a veces, poder controlar el partido… Cuando controlamos a través de la pelota nos sentimos más cómodas, sufrimos cuando es un ida y vuelta. Sobre todo (espero) que cuando encontremos esas situaciones de finalización tengamos la tranquilidad de resolverlas, que es algo que quizás nos esté faltando. Va a ser un partido complicado y bonito a la vez. Demostramos en la primera vuelta que podemos estar al nivel de la Real Sociedad.
¿La Copa de la Reina que empieza en febrero (días 11 y 12) puede ser un asidero, un acicate para el equipo?
La Copa de la Reina es una competición aparte donde cualquier equipo puede sentir esa ilusión de aspirar a ella. El reciente triunfo de la Real ha hecho mucho bien a equipos, digamos, de los ‘normales’, los que no son Barça y Atlético de Madrid. A un partido puedes ganar a cualquiera, es una competición que te permite ir avanzando ronda y el equipo está ilusionado con hacer un buen papel.